Diario de un incomprendido

Diario de un incomprendido

Porque soy pequeño y débil han empezado a juzgarme sin siquiera conocerme,  y a fin de cuentas ¿Quién soy yo? No soy más que un héroe de las calles, un anónimo, un desconocido, un valiente que en realidad no desea ser visto sino escuchado y entendido, ¿Estás seguro de qué quieres saber quién soy? Esta es mi historia, la nunca antes contada y tantas veces vista.

Nací, crecí y he vivido en las calles de una enorme ciudad, custodiado por nadie más que mi mismo, no tengo familia, aunque de seguro alguna vez la tuve, sí es cierto, un padre del que no sé nada, una madre que con el tiempo dejé de reconocer y cinco hermanos de los que no tengo ningún conocimiento.  Me he valido de mis propios métodos para sobrevivir, he aguanto golpes, insultos y atropellos,  no crean que es fácil estar un lugar en el que no eres deseado, pero con el tiempo me acostumbré, incluso llegué a pensar que era parte de mi naturaleza,  de mi destino, porque aunque indefenso y pequeño sabía que tenía un destino, bueno o malo era del todo incierto.

Lo primero que aprendí,  siendo un pequeño todavía, es que la vida nunca es justa, y menos con los desamparados,  es incuestionable que cuando crees que algo no puede ser peor, siempre hay una manera por mínima que sea de que las cosas resulten peor. He sido testigo  de la lástima en los ojos que me observan a diario, y es que muchos te consideran un pobre desdichado,  en extrema delgadez cubierto de mugre, pero realmente ¿Cuántos se detienen a brindarte ayuda? Uno de diez es mi estadística,  generalmente la ayuda es un poco de comida rancia, tal vez un chorro de agua,  pero cariño jamás me han ofrecido, ni una manta, ni un lugar seco en el pueda reposar.

Pero para ser sincero la angustia de no tener comida tal vez  sea la cuestión más desesperante en mi vida,  lo que me atañe día a día. El sentir como se muere de hambre es la sensación de ver tu cuerpo mermar, como tus sentidos se empiezan a perder poco a poco, como los pies ya no te responden de igual manera, mientras la debilidad se apodera de lo que va quedando de ti. Sí, he visto a tantos como yo morir de esta forma, tan cruel y lenta, los he visto arrastrándose al agua empozada para poder continuar, cazando ratas para solo resistir un poco más.

¿Quieres saber quién soy yo? Un callejero, un alma en cuatro patas  en busca de una familia que me quiera,  un hogar que me brinde cariño y protección, que no por ser un animal tenga que sufrir de los maltratos y el abandono extremo, porque siento y sufro como cualquiera de ustedes.

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